Antonio Centeno presentó ‘Yes, we fuck’ y ofreció un curso a universitarios.

No le gusta la palabra discapacidad. «Entre nosotros, tirando de sentido del humor, nos llamamos ‘cascaos’. O utilizan, directamente, «diversidad funcional». Antonio Centeno (Barcelona, 1971) fue profesor de Matemáticas durante diez años, pero, tras jubilarse, se dedicó de lleno al activismo y ayer estuvo en Oviedo para ofrecer un curso al alumnado de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación organizado por el Conseyu de la Mocedá del Principado y presentar su documental, ‘Yes, we fuck’, en el Filarmónica dentro del ciclo ‘Sexualidades en plural’.

Un trabajo que de nuevo tira de «gamberrismo» al modificar para su título el eslogan de Obama, que contó con el respaldo de Pablo Echenique para el ‘crowdfunding’ con el que fue financiado y en el que se pueden ver escenas de sexo explícito entre personas «con un gran compromiso político» y con algún tipo de discapacidad, esa palabra que Antonio detesta porque nadie es menos capaz que nadie. Y por ahí van los tiros de ‘Yes, we fuck’. «No queríamos hacer un documental sobre gente rara haciendo cosas raras. La idea era poner el foco en cuestiones fundamentales que afectan a todo el mundo», explica.

Porque «cualquier persona en cualquier momento de su vida ha tenido algún conflicto en la relación con su propio cuerpo, en la vivencia del deseo o del placer. Todas esas cuestiones están mal resueltas para el conjunto de la sociedad». Y, sobre todo, porque «que levante la mano el primero que sea normal. La normalidad un territorio inhabitado, pero que deja a gente en los márgenes».

Por eso Centeno ha rodado ‘Yes, we fuck’, que ha sufrido la censura de las redes sociales, y dedica su vida a luchar contra los tabúes: «Hay que romper el mito de que las personas con diversidad funcional somos asexuales, niños». Y por eso reclama figuras como la del asistente sexual: «Es un apoyo para acceder a nuestro propio cuerpo. Y lo conseguiremos. Sin duda. Creo que es de justicia y llegará. Lo que tenemos que intentar es que no sea dentro de veinte años».

Fuente: www.elcomercio.es